El Sumo Pontifice se sirve de zapatos rojos oscuros, único signo
histórico aún otorgado por los Emperadores romanos. Tal calzado rojo
fue utilizado un sin numero de veces –desde la antiguedad- incluido el
Beato Juan Pablo II y hoy, por Benedicto PP XVI que, generalmente
prefiere siempre el mismo color base con un tono de mayor viveza -dicha
del fuego o de la llama-, como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos.
la alteración del color debido a los años... perteneció a Pío VII nacido como Barnaba Niccolò Maria Luigi Chiaramonti (*Cesena, 14 de agosto de 1742 - †Roma,20 de agosto de 1823), fue un monje, teólogo y obispo, que llegó a ser papa nº 251, desde el 14 de marzo de 1800 hasta su muerte en 1823.
Zapatos del Papa Leo XII, se pueden ver en el Museo della Calzatura "Cav. Vincenzo Andolfi" in I-63019 Sant´Elpidio a Mare
Los Papas suelen utilizar zapatos rojos oscuros, único signo histórico aún otorgado por los Emperadores romanos
La autoridad legal
del Emperador derivaba de una extraordinaria concentración de poderes
individuales y cargos preexistentes en la República, más que de un nuevo
cargo político. Los emperadores continuaban siendo elegidos
regularmente como cónsules y como censores, manteniendo la tradición
republicana. El emperador ostentaba en realidad los cargos no imperiales
de Princeps Senatus (líder del Senado) y Pontifex Maximus (máxima autoridad religiosa del Imperio). El último emperador en ostentar dicho cargo fue Graciano, que en 382 lo cedió a Siricio, convirtiéndose desde entonces el título en un honor añadido al cargo de obispo de Roma.
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Roma imperial – etapa monárquica
…[…]…
Las insignias y
honores de los reyes de Roma consistían en 12 lictores portando las
fasces que contenían hachas, el derecho a sentarse sobre la silla curul,
la púrpura Toga Picta, calzado rojo, y diadema plateada sobre la cabeza. De todos estos distintivos, el más destacado era la toga púrpura.
En este período Roma fue gobernada por una serie de magistrados elegidos por el senado.
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Indumentaria papal para la equitación en el siglo XVIII.
Esta ilustración
nos muestra cómo iban los Papas vestidos en el siglo XVIII, cuando
montaban a caballo. Obsérvese que ya entonces los Papas llevaban zapatos rojos.
Hasta la segunda mitad del siglo XX, los varones y la mujeres cuando
iban al campo se vestían de forma más sencilla, pero muy formal. No
existía el concepto de chandal. Cuando hacían picnic en una pradera,
muchos hombres aparecen vestidos con corbata en las fotos. Les vemos
así, incluso en fotos en que están sentados en un vagón de montaña rusa.
En los cuadros vemos que cuando los reyes, como Carlos III, salían de caza, el atuendo era una casaca, zapatos y tricornio.
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Calzado - Sandalias y cáligas, en sus funciones los obispos llevaban unas sandalias llamadas mulae, compagi o scindalia y unas medias denominadas chaligae.
Estas sandalias podían hacerse con ricos tejidos y bordarse con oro e
incrustaciones de pedrería. Al llevarlas el obispo se convierte en
mensajero de Dios que pre- dica el Evangelio, recogiendo las palabras: ¡Qué hermosos son los pies de los que evangelizan la paz! (Aragón, A., op. cit., p. 63 y Gomá y Tomás, I, op. cit., p. 481).
El rojo es
el color de la sangre, del fuego, emblema del martirio y del amor. Por
eso se usaba en la liturgia de los mártires que murieron por amor a
Dios, en la del Espíritu Santo, inspirador del Amor del que deriva la
caridad cris- tiana y en la Pasión de Cristo, donde coinciden sangre,
dolor y amor. Rojo -en
la Iglesia Católica- es el color siempre empleado y aprovechado en las
festividades o conmemoraciones de los santos mártires. MMXIII.
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Calzado litúrgico, supuestamente del siglo XV
Zapatos en rojo del Papa Pio XII
Del
calzado litúrgico se hace mención en documentos de finales del siglo VI
pero ya en el V existen representaciones del mismo en algunos mosaicos.
Se compone de dos partes:
una exterior, llamada sandalias y campagus
otra interior, llamada cáligas, calces y udo que vulgarmente se llaman medias.
Hacia el siglo VIII
estuvieron en uso también para los clérigos inferiores pero desde el
siglo XI quedaron como ornamentos privados del Papa, de los obispos y de
algunos dignatarios a los que se concede por privilegio. Las sandalias
tuvieron hasta dicho siglo XI un forma parecida a nuestras alpargatas
abiertas y se ataban con finas correas. Desde entonces, fueron
cerrándose y elevándose más y más sobre el pie quedando del todo
cerradas y altas en los siglos XIII y XIV. Después se han usado bajas y
algo abiertas. Su material de fabricación ha sido casi siempre el cuero
para la suela (a veces, de tabla recubierta de cuero) y hasta el siglo
XII también para las demás partes del calzado. Pero en este siglo se
forraba de seda con bordados la parte superior y desde el XIII se quedó
la seda sola con algún bordado sencillo. En cuanto a las cáligas,
nombre que tomaron definitivamente desde el siglo XI consta por los
monumentos que fueron blancas y se hacían generalmente de lienzo hasta
dicho siglo. Y desde el siglo XIII, se usan de seda de color, ya de
punto, ya de piezas de estofa convenientemente cortadas y cosidas. Se
conservan en varios museos y tesoros de iglesias curiosos ejemplares de
dichos ornamentos que se remontan al siglo XIII y algunos hasta el XI.
En su forma
definitiva, tanto sandalias como cáligas se adaptan al color litúrgico
del pontifical que se celebra. Aunque abolidas en la reforma litúrgica
posterior al Concilio Vaticano II, siguen en uso para aquellas
celebraciones acogidas al ritual tradicional.
http://es.wikipedia.org/wiki/Calzado_litúrgico
CDV I. MMXIII
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mocasines rojos del Papa Benedicto PP. XVI con suelas pintadas de rojo
El
Sumo Pontífice lleva los zapatos color púrpura –entre el rojo y el
violeta-morado-claro. El color de tal calzado es realmente antiquísimo y
es el único resto de un privilegio concedido a los Pontífices, de los
Emperadores romanos.
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S.S.
Benedicto PP XVI prefiere los zapatos de un rojo intenso, siempre del
rojo, pero sin ese tono intermedio entre el rojo y el violeta morado
claro procedente de la antigüedad… aquellos tiempos remotos del Imperio
romano.
Prefiere sean confeccionados de color más vivo «como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos»
Benedicto XVI ha
recibido un par de zapatos rojos nuevos de manos de Adriano Stefanelli,
el artesano que le confecciona el calzado desde que fue elegido Papa,
quien ha revelado que el Pontífice alemán los prefiere de un color rojo
más vivo que Juan Pablo II «como símbolo de la sangre de Jesucristo y de
todos los mártires cristianos».
Stefanelli fue
recibido el pasado miércoles por el Pontífice en una audiencia privada,
durante la que tuvo la oportunidad de entregarle personalmente el último
par de zapatos realizados a medida.
Se trata de un
valioso y cómodo calzado de piel de ternero o cabrito que Stefanelli
elabora a mano en su taller de Novara (norte de Italia). Benedicto XVI
suele utilizar este tipo de zapatos en los actos públicos y los ha
llevado puestos durante todos los viajes apostólicos que ha realizado
por Europa, América, Africa y Australia.
«Ha sido para mí
muy emocionante que Benedicto XVI pudiera concederme una audiencia
privada», ha explicado el artesano. Se trata de la primera vez que el
Pontífice le recibe en privado, ya que en el pasado sólo le había
dirigido unas palabras al final de la audiencia general de los
miércoles.
Sin embargo, esta
vez, el artesano pudo comprobar con satisfacción que los zapatos viejos
del Pontífice estaban usados, «lo que significa que son cómodos y que se
los pone», asegura. Stefanelli, que ya había confeccionado algunos
zapatos para el Papa Juan Pablo II, fue contactado por el Vaticano en
2005 para que también se encargara del calzado a Benedicto XVI.
Desde entonces, el
Pontífice alemán ya ha recibido cinco pares, contando con el de la
semana pasada, aunque, dada la singularidad de su cliente, Stefanelli
nunca ha querido cobrar nada por ello.
Clientes famosos
«Se trata de un
regalo», puntualiza, negándose a revelar cuál sería el valor que
tendrían los zapatos rojos del Papa en el mercado especializado. Además
de Juan Pablo II y Benedicto XVI, también han recibido zapatos suyos
Barack Obama o George W. Bush, entre otras personalidades.
Stefanelli
confecciona todos sus modelos por encargo. Algunos de sus clientes han
sido el presidente de Ferrari, Luca cordero di Montezemolo, o el
presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández. En cuanto al
precio medio que suele costar esta selecta mercancía es de unos 600
euros el par.
Según el artesano,
el secreto de sus modelos está en «la calidad del material» y «el amor»
con que han sido confeccionados, «siempre a mano y siguiendo una
minuciosa pauta de trabajo». «Otra de sus características está en su
simplicidad y limpieza, ya que no hay que olvidar que la belleza está en
las cosas simples más que en la complicación», asegura el zapatero.
Stefanelli también
recuerda con orgullo que con sus zapatos rojos, el Papa se ganó hace
tres años «el título de hombre mejor vestido del mundo desde el punto de
vista de los accesorios, según la revista estadounidense ´Esquire´».
Una última curiosidad que Stefanelli revela en entrevista a la agencia
Europa Press está en el color de los zapatos : «Mientras los de Juan
Pablo II eran más granates, Benedicto XVI los prefiere de un rojo más
vivo, como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires
cristianos».
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variantes del modelo
No son Prada ni nunca lo fueron, y Prada nunca lo confirmó, obviamente
El Vaticano tuvo
que tomarse el tiempo de aclarar que los zapatos rojos que lleva
Benedicto XVI no son de la marca italiana Prada, como se ha hecho creer.
Según una nota de prensa publicada en el periódico de la Santa Sede L
Osservatore Romano, los mocasines rojos pontificios son hechos por un
artesano de Novara (norte de Italia) que se llama Adriano Stefanelli,
quien confecciona el calzado de Benedicto XVI desde que fue elegido
Papa.
"La banalidad
contemporánea ni siquiera se dio cuenta de que el color rojo (de los
mocasines) encierra un nítido significado de martirio, así como no
entendió que estas voces eran incongruentes con el hombre simple y
sobrio que, en el día de su elección al papado, mostró a los fieles
atestados en la plaza de San Pedro y a todo el mundo las mangas de una
modesta camiseta negra", escribió el diario cuando surgió la polémica.
L Osservatore
Romano agregó que "en la atención en la liturgia debemos enmarcar la
importancia -visible por cualquier persona no atontada por la
frivolidad- que Benedicto XVI atribuye a los paramentos y, en modo
particular, a los ornamentos litúrgicos", subrayó el periódico.
Porque el Papa, en suma, "no viste Prada, sino Cristo". 25. III. MMXII
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¿ DE QUIEN SON LOS ZAPATOS ROJOS DEL PAPA ?
http://www.dieter-philippi.de/es/finezas-eclesiasticas/el-calzado-del-papa-y-del-clero
El Santo Padre llevaba zapatos rojos oscuros, único signo histórico aún otorgado por los Emperadores romanos
El calzado del Papa – los zapatos rojos del Papa e historia
Sus zapatos rojos son obra de un sastre de Novara
Adriano Stefanelli
«El Papa viste de Prada» y otras mentiras interesadas sobre el vestuario de Benedicto XVI
Joseph Ratzinger, antes y después de ser Papa, lleva su calzado a reparar a un zapatero peruano próximo al Vaticano.
Actualizado 19 enero 2013
Sara Martín / ReL
La gran mentira contra Benedicto XVI comenzó pocos meses después del inicio de su pontificado, de la mano del diario británico The Independent, cuya senda siguió en Italia el periódico La Repubblica:
se aseguraba categóricamente que el Papa lleva «gafas de sol de diseño
moderno y juvenil, con cristales amplios y envolventes, particularmente
durante las audiencias soleadas, [...] y un par de mocasines rojos diseñados por Prada, una de las firmas de moda más exclusivas». Aunque, eso sí, después reconocen: «La casa de diseño no lo ha confirmado».
Así, gracias a una
mentira que se repite mil veces y parece convertirse en verdad,
centenares de personas alimentadas en la atmósfera más anticlerical
fueron «creando» la leyenda
a través de los años: el Papa viste de Prada, es decir, vive en el
lujo, es servido y venerado en el mundo, mientras que la gente se muere
de hambre en África. En 2008, el Osservatore Romano
trató de negarlo, obteniendo escasos resultados por desgracia. El mismo
parco resultado tuvo el nuevo intento de la Agencia Ansa dos años
después.
La persona que está detrás de los zapatos
Recientemente se ha retornado al tema gracias a
una página de Facebook dedicada al Pontífice. ¿Y cuál es la verdad que se esconde detrás de todas las mentiras? Es Adriano Stefanelli, de profesión sastre en la ciudad de Novara, quien confecciona los zapatos rojos del Papa. El color rojo, indica el sastre, es signo de la sangre del martirio,
y son parte de la vestimenta del Papa desde la Edad Media. Las regala
porque, explica él mismo: «A veces la pasión paga más que el dinero».
Sus relaciones con el Vaticano, comenzaron en 2003 cuando Stefanelli, viendo en la televisión el Via Crucis, vio a Juan Pablo II inestable y con sufrimiento,
y decidió confeccionarle un par de zapatos más cómodos. Y posiblemente
sí que lo sean, porque desde entonces ha continuado confeccionándolos
también para Benedicto XVI.
¿Y qué pasa si los zapatos se estropean?
¿Se tiran y se hacen otros nuevos? Por supuesto que no. Se envían a
Antonio Arellano, un peruano que tiene su taller de reparación a pocos
pasos del Vaticano. Por supuesto, por un precio.
Antonio ORELLANO
«Ratzinger venía personalmente cuando
aún no había sido elegido Papa. Después, obviamente los zapatos los
traen sus colaboradores. Son zapatos negros o rojos, a menudo con
rasguños o consumidos por la punta», explica Arellano. «Aún así»,
—precisa el artesano sonriendo—, «al Papa se le trata como a todos los
clientes. No acepta ningún favoritismo y
paga como los demás». Está «orgulloso» de encargarse de los zapatos de
un cliente tan ilustre, que siempre le hace llegar una carta con su
agradecimiento por la óptima reparación: «Pero son cosas privadas y
siempre lo serán», asegura para terminar con la curiosidad. «También las monjitas de Wotjyla me traían los zapatos del Papa polaco para repararlos», reconoce.
¿Y ese anillo de oro?
Otro de los temas
más habituales en cuanto al vestuario del Papa se refiere es el del
anillo de oro que lleva. Un anillo, dicen los anticlericales, que vale
miles de millones de euros y que, si se vendiera, «se alimentaría a toda
África». ¿Quién no ha escuchado esta frase alguna vez? Y sin embargo, es oro puro, tiene el tamaño y, por lo tanto, el valor comercial de las alianzas de boda y
se utiliza para sellar todos los documentos oficiales expedidos por el
Papa. Por no mencionar que, cuando muere el Papa, se rompe con un
pequeño martillo de plata, se funde y se reutiliza para el próximo Papa.
Así que, técnicamente, ha sido siempre el mismo anillo durante siglos.
La Iglesia no se querella
Las conclusiones
obvias de toda la maquinaria de anti propaganda articulada contra la
Iglesia utilizando la excusa de los zapatos son del propio artículo del grupo de Facebook:
«Disparar contra la Iglesia es tan fácil como hacerlo contra la Cruz
Roja. La Iglesia, cuando responde, lo hace simplemente con palabras. No
va más allá, no trasciende, no se querella, no denuncia. Por tanto, no
sólo no se arriesga nada atacando a la Iglesia,
sino que además te conviertes en parte de los emancipados, de los
librepensadores», asegura el autor del artículo, Giacomo Diana. «La gran mayoría de los católicos están mal informados, apáticos
en su fe, casi más dispuestos a creer al primer anticlerical que pasa
por la calle que a su Pontífice. Y de entre los católicos que conocen la
verdad, la mayoría de las veces callan, o hablan con un hilillo de voz
para no parecer intolerantes, para no contradecir el pensamiento
dominante».
«Este engaño de los zapatos de Prada»—concluye el excelente artículo—, es una de las muchas demostraciones de cómo la mentalidad actual es dirigida por lugares comunes, tópicos falsos y dañinos,
y cómo aquellos que se creen informados e independientes, de hecho,
están impulsados por las mentiras del anticlericalismo o son esclavos de su misma ideología».
Benedicto XVI ha
pasado toda su existencia en las bibliotecas, entre libros, escribiendo y
leyendo. Es juzgado por un sinfín de intelectuales como una de las
mentes más cultas y brillantes del mundo moderno, no sólo de la historia
de la Iglesia. Sólo hay que pensar en la atea y anticlerical Oriana
Fallaci que tanto le quería («ese hombre»,—decía—,«que me hace sentir
menos sola con sus libros...») y que, al morir, quiso legarle toda su
biblioteca personal. «Pensadlo», invita Giacomo Diana: «Una célebre escritora atea que deja en herencia al Papa lo que ella más quería en el mundo: los libros. ¿Qué
quiere decir esto? Que es bastante triste y deprimente que a un Papa de
tal estatura intelectual no se le pueda más que tocar las narices con
los zapatos y, cotilleándole maliciosamente, inventar mentiras letales que se extienden como si fueran una verdad indiscutible, imponiendo la imagen grotesca de un fashionista entrado en años para
un pontífice anciano enamorado de la cultura y de la fe católica, que
se pasa el día entero en la oración, la lectura y la escritura, como lo
demuestra la gran cantidad de libros que ha escrito».
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27119
20 enero 2013
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Los zapatos rojos del Papa
Por: Adolfo Miranda Sáenz
Entre tantas
publicaciones para atacar a la Iglesia católica (algunas con
informaciones verdaderas, otras con verdades a medias y otras con
falsedades) se dijo que Benedicto XVI escogió lucir zapatos rojos de
Prada, lentes de Gucci y otros atuendos exóticos. Afirmaciones falsas
que, además, desconocen la historia y la simbología de la Iglesia.
Utilizar símbolos o
signos es parte de la naturaleza humana y están presentes en todas las
áreas de la vida, como los símbolos patrios, el color negro para indicar
luto, la banda presidencial, las rosas rojas que expresan amor, el
apretón de manos como saludo, o los colores de un equipo de futbol.
Tendríamos un caos sin señales de tránsito y grandes problemas si la
Policía, el Ejército y otras instituciones no usaran uniformes que los
identificaran, ni insignias, ni distintivos de sus diferentes grados. El
lenguaje oral y escrito usa símbolos.
Jesús se bautizó
con un símbolo: agua. Usó símbolos en sus mensajes: sal, luz, lámpara…
También en sus milagros: saliva, tierra… Se quedó entre nosotros
utilizando signos: pan y vino. Los signos que usó no limitan a la
Iglesia a éstos, sino ejemplifican la necesidad de usarlos. Jesús no
ungió a los enfermos con aceite, pero lo hicieron los apóstoles.
La liturgia de la
Iglesia usa signos para expresar realidades ocultas a nuestros sentidos,
como la acción de Dios en los sacramentos. Los colores litúrgicos
tienen un significado: el blanco, alegría; el morado, arrepentimiento y
reflexión; el verde, esperanza; el rojo, la sangre de Cristo y de los
mártires.
Antes fue roja la
vestimenta de los Papas, hasta que en 1276 Inocencio V, que era
dominico, quiso seguir vistiendo el hábito blanco de su orden. Desde
entonces el Papa lleva sotana blanca (convertida en símbolo de paz).
Pero quedó el uso de los zapatos rojos para recordar que el Papa
transita por un mundo por el cual Cristo derramó su sangre y que el
suelo que pisa es regado por la sangre de los mártires y por el
sufrimiento de la humanidad. Benedicto XVI usa varios símbolos
históricos de color rojo propios de los Papas, como el sombrero de ala
ancha, la capa “mozzetta” que cubre la espalda y se cierra en el pecho,
el gorro “caumaro” rojo con orla blanca que se hizo famoso por el
retrato de Julio II pintado por Rafael y que fue muy utilizado por Juan
XXIII.
Benedicto XVI ha
decidido usarlos por simbolizar la sangre, indicando el acompañamiento
de la Iglesia a los que sufren, a la defensa de los derechos humanos y
particularmente a la defensa de la vida. Sus antecesores, como Juan
Pablo II, también usaron la capa y en determinadas ocasiones los zapatos
rojos, más visibles en Benedicto XVI por usar sotana y alba más cortas y
calzarlos con mayor frecuencia.
Benedicto XVI es
humilde. Sus anteojos no son Gucci ni sus zapatos rojos son Prada. Sigue
usando los mismos anteojos, reloj y pluma que usaba como cardenal; su
ropa la confecciona la sastrería familiar Gammarelli de Roma, que la
obsequia a los Papas desde hace dos siglos, y los zapatos los hace un
artesano de Novara (norte de Italia) llamado Adriano Stefanelli, quien
también los obsequia. El Papa se preocupa por su atuendo, porque cada
detalle es un símbolo y tiene una historia y un mensaje. Igual que cada
detalle en la liturgia tiene su significado y razón de ser.
20 enero 2013 - CDV
http://www.laprensa.com.ni/2010/06/28/opinion/29434-zapatos-rojos-papa
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Interesante muestra del calzado eclesiástico cardenalicio como papal:
http://www.dieter-philippi.de/es/finezas-eclesiasticas/el-calzado-del-papa-y-del-clero
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Pío
XI y Pío XII llevaban zapatos de cuero rojo o blanco con hebilla de oro
para los paseos largos. Y Juan XXIII usó igualmente las zapatillas de
terciopelo rojo hasta su muerte. Si alguien no era innovador en materia
sartorial, ése era el Papa Bueno.
Y
lo de caminante lo sería en su juventud, porque ya papa no gustaba más
que de paseos cortos y lentos. Y con serios problemas en los pies,
acerca de los que bromeaba diciendo que se iba a cambiar el apellido de
Roncalli a Concalli.
+++
P: ¿Abandonó el Papa Juan Pablo II el uso de zapatos rojos?
Romy Gustavo B. Hegel - Estocolmo - Suecia - MMXII
R: No.
calzado rojo del Papa JUAN PABLO II en Cuba -
Zapatos del Papa Juan Pablo II, confeccionados por la firma Gianfranco Pittarel & C. sns, 2, via Masserano, I-10152 Turín (TO)
Zapatos
de Juan Pablo II, confeccionados por el maestro zapatero Stanis?aw
?mija de Stanis?aw Dolny, un pequeño lugar cerca de Wadowice, el lugar
de nacimiento del Papa, en color rojo
calzado de S.S. JUAN PABLO PP II, beato
(existen unos 5.000.000 de fotografías del pontificado de Juan Pablo II)
Zapatillas para el Papa Juan Pablo II de la firma Sergio Segalin, en tercioperlo rojo (modelo M012)
La
Biblia, aparte de ser un texto sagrado esencial en la historia de la
humanidad, tiene también una segunda lectura, más frívola si queremos
verla así. Es aquella que hace referencia a la vida cotidiana de los
judíos. De esta manera descubrimos que en la cultura hebrea el zapato tiene una gran fuerza simbólica.
Cuando los judíos salieron de Egipto iban provistos, los más de ellos,
de sandalias colgadas de sus hombros siempre que las circunstancias lo
permitieran. En efecto, el zapato es un artículo de lujo y debe usarse
como moderación para evitar su desgaste. De la misma manera que los
egipcios, en cuyos templos los sacerdotes debían retirarse los zapatos;
Moisés, unos 1300 años antes de Cristo, recibe el mandato divino de
retirarse las sandalias en su presencia. La tradición exige que el
acceso al templo de Jerusalén debe hacerse descalzo. Pero no solo en el
templo, también en el hogar hebreo se ha de permanecer sin calzado, así
como cuando se toma cualquier alimento. Es por eso por lo que
probablemente Jesús, en su última cena, permaneció descalzo así como el
resto de los doce Apóstoles. Los hebreos señalan también la propiedad de
una cosa colocando sus sandalias sobre la misma. Y entregar un zapato
es una manifestación de la mayor consideración hacia quien lo reciba,
una muestra extrema de confianza. Siempre que se estuviera ante un
personaje que mereciera respeto y alta consideración se debía de
permanecer descalzo. Sin embargo, si una mujer retiraba o intentaba
retirar el calzado a un hombre era una gran ofensa y lo marcaba de por
vida, conociéndose desde entonces su hogar como la casa del descalzo
(algo así como un calzonazos*). La noche de bodas venía precedida de un
ceremonial que consistía en la entrega de un anillo por parte de la
novia, mientras que el novio ofrecía una sandalia. Todo este ritual en
torno al zapato se transmitió por contacto, cuando no participación, a
las culturas árabes. Judíos y árabes no solo han convivido
geográficamente en el mismo espacio físico sino también intelectual,
hasta el punto de que solo su adscripción religiosa les diferencia. Eso
es lo que entendemos. En Grecia era bastante frecuente caminar descalzo a
diferencia de Roma, donde, como ya veremos, el uso del calzado marcaba
clases sociales. Según Homero los griegos se servían del calzado desde
los tiempos de Agamenón, pero es probable que solo lo utilizaran para la
guerra. Como se se ve, en todos los tiempos la milicia ha sido
precursora en el uso de accesorios que después se han popularizado. Los
jóvenes espartanos tenían limitado su uso a las campañas bélicas y
posteriormente se les permitió el uso también para la caza. Es probable
que solo se tratara de una suela fijada al pie con sendas bandas de
cuero, unas veces atadas al empeine, otras hasta la mitad de la pierna.
En el interior de sus casas los griegos podían llevar una especie de
botines llamados "coviopodes" . Las sandalias, entre los adultos, eran
de uso generalizado en Esparta y recibían el nombre de "Lacónicas", por
estar fabricadas en Laconia y eran en general de color rojo.
Grecia presenta el primer zapato de autor de la historia: "el
Alcibíades", un zapato que utilizaban los más sofisticados atenienses En
Roma los esclavos carecían del derecho a ir calzados, de hecho, se les
pintaban los pies de blanco para identificarles como tales y para
significar además que se encontraban en venta. Ningún patricio ni
ciudadano romano osaría caminar descalzo en la ciudad, aunque Tácito
refiere que el austero Catón (Catón el Joven) y algún que otro eremita
lo hacían de natural. El filosofo Platón, en Grecia, pensaba que los
hombres debían caminar descalzos. Los romanos caminaban descalzos en el
interior de sus casas, en público usaban el llamado "calceus", un zapato de color negro, a veces rojo e incluso escarlata y que cubría enteramente el pie.
Se fijaba por delante, generalmente con un lazo o correa. "La solea"
era una especie de sandalia cuya suela se recortaba sobre el molde de la
planta del pie, con lo que probablemente no había ninguna que fuera
igual; piezas únicas. Se sujeta con tiras de cuero, bien entre los dedos
del pie o alrededor de la pierna. Virgilio, en la Eneida, hace alusión a
este tipo de zapato. Permitía llevar buena parte del pie al
descubierto, y aunque su uso fue frecuente, acabó por estar asociado a
personas afectadas y amaneradas. Otro tipo de sandalias eran las
llamadas "Crepida" (onomatopeya), así llamadas a causa del ruido que
hacían muy parecido al de las actuales chanclas. Eran una variedad más
popular de la solea y al alcance de las clases más modestas. "La
gallica" era la bota de agua de los romanos, realizada de madera
permitía deambular por terrenos húmedos y fangosos. De uso campestre,
utilizar la gallica con la toga estaba prácticamente prohibido. Algo así
como combinar calcetines blancos con un traje. El "pilecasium" era una
suerte de polaina hasta media pierna, conocido también por zapato a la
griega, fabricado con cuero blanco y al igual que en el antiguo Egipto,
se consideraba como el zapato de los dioses. Los sacerdotes de la
antigua Grecia y Roma lo llevaban en sus ceremonias religiosas. Ya
dijimos que la tecnología militar ha ido a lo largo de la historia por
delante de la civil. Los legionarios romanos usaban la "caliga" una
especie de botín que dejaba el pie al descubierto en parte. Tenían la
particularidad de que su suela estaba tachonada con el fin de facilitar
la adherencia al terreno. Los soldados se referían a ella como
"caliguti", de donde deriva el nombre del Emperador Caligula que bien
puede decirse que debe su nombre a un zapato Pero el zapato no es solo
un artículo de uso más o menos lujoso, las correas de una sandalia, por
ejemplo, se convierten en un testimonio de alto contenido sentimental,
como una reliquia cualquiera. Cuenta Suetonio que Lúculo, un patricio
romano, pretendía congraciarse con el Emperador Claudio, y no encontró
mejor forma que solicitar a Mesalina, la esposa de Claudio, que le
hiciera el honor de permitir que la retirara los zapatos. Conociendo la
fama de Mesalina no sabemos muy bien si Lúculo pretendía llegar al
Emperador o se conformaba con los favores de Mesalina, como es más que
probable. Fuera como fuese obtuvo el zapato de la Emperatriz como
obsequio y lo llevaba a cualquier parte cual talismán o salvoconducto.
Ovidio, ese cronista de la concupiscencia romana, aconsejaba a los
amantes calzarse y descalzarse mutuamente en un ejercicio de extrema
sensualidad. De la misma manera que los esclavos tenían prohibido el uso
del calzado, las distintas variedades de este eran privativas de
determinadas clases sociales. El
Emperador por ejemplo, utilizaban el "campagus", parecidas a la Caliga.
Llevaban estas piezas bordado el águila imperial y estaban adornadas
con perlas preciosas. Al parecer Augusto, que era bajo de talla,
exigía que estuvieran provistas de un tacón que disimulara en la medida
de lo posible su escasa estatura.
-.-.-.-
-COMO SE OBTENÍAN LOS COLORES
Cada color requería una técnica, para la obtención del color amarillo utilizaban tierra de ocre y óxidos de hierro; para obtener rojo, ocre, sulfuro de mercurio,;
para la obtención del púrpura lo estarían de un molusco; para la
obtención del negro, utilizaban marfil, huesos y madera calcinados, y
hollín; para la obtención del color verde, utilizaban, vapores de
vinagre sobre laminas de cobre; para obtener blanco, utilizaban
carbonato de calcio y para la obtención del color azul que provenía de
Alejandría, silicato del cobre y calcio,
La
palabra candidato proviene de la palabra latina candidus (blanco), hace
referencia a la ropa blanca que vestía el aspirante para demostrar la
integridad, rectitud y lealtad de su conducta frente a la Ley vigente.
+++
Sandalias Episcopales
FORMA Y USO ACTUAL
A diferencia de las
sandalias antiguas, que consistían simplemente de suelas sujetas al pie
por correas, las sandalias episcopales son en forma de zapatos bajos y
se asemejan a zapatillas. La suela es de cuero; la parte superior,
generalmente adornada con bordadura, se hace en la actualidad de seda o
terciopelo. No se requiere cruz sobre las sandalias; en Roma este es un
privilegio exclusivamente papal. Con las sandalias se usan las medias
litúrgicas, caligæ. Las medias, que son de seda, son tejidas, o bien se
hacen cosiendo juntas, piezas de tela de seda que han sido cortadas en
forma apropiada; se llevan sobre las medias ordinarias. El privilegio de
usar las sandalias y las caligæ pertenece solamente a los obispos.
Pueden ser usadas por abades y otros prelados solo por privilegio
especial del papa y únicamente en cuanto el privilegio lo conceda. El
calzado pontifical se usa solamente en la Misa pontifical solemne y en
oficios realizados durante la misma, como ordenación, pero no en otras
ocasiones, como, por ejemplo, Confirmación, Vísperas solemnes, etc. Es
por lo tanto en el sentido más exacto de la palabra, una vestidura usada
durante la Misa. El color litúrgico para el día determina el color de
las sandalias y las caligæ; no hay, sin embargo, sandalias o medias
negras, en cuanto el obispo no hace uso del calzado pontifical ni en
misas de difuntos ni en Viernes Santo. Las Sandalias y las medias se
acostumbran solamente en el Rito Latino y no se conocen en los Ritos
Orientales.
HISTORIA
Las Sandalias y las
medias pertenecen a las vestiduras litúrgicas sustentadas por la
evidencia más antigua. Están pintadas sobre los monumentos del siglo
quinto, por ejemplo sobre mosaicos de San Sátiro cerca de San Ambrosio
en Milán, y en aquellos del siglo sexto, v.gr., los mosaicos en San
Vitalio en Rávena. Originalmente las sandalias eran llamadas campagi,
las medias udones. Los zapatos recibieron el nombre de sandalia
probablemente durante el octavo a noveno siglo, y su nombre les fue
aplicado primero en el norte; la denominación caligæ para los udones
entró en uso en el siglo décimo, también en el norte. En cuanto a la
forma y material originales de las campagi, eran zapatillas que cubrían
solamente la punta del pie y el talón, y deben haber sido sujetadas al
pie por correas. Esta zapatilla era hecha de cuero negro. Las medias
eran, muy probablemente, hechas de lino, y eran de color blanco. En el
período más antiguo las campagi y los udones no eran de manera alguna un
ornamento episcopal exclusivamente, puesto que eran usadas por los
diáconos. En verdad esta cobertura del pie no estaba reservada
exclusivamente para el clero, así como no solamente los monumentos
muestran que las campagi y los udones eran usados por el laicado, sino
que también Lydus atestigua este uso (De mag., I, xvii). Las Campagi y
los udones originalmente fueron usados en la era post-Constantino como
una señal de distinción por ciertas personas de rango, y probablemente
fueron copiados del calzado de los antiguos senadores. Su uso llegó
gradualmente a ser costumbre entre el alto clero, especialmente cuando
estos comparecían en su plena capacidad oficial para la celebración de
la Liturgia. Durante los siglos octavo y noveno también los subdiáconos y
acólitos romanos utilizaban un calzado distintivo, los subtalares, que,
sin embargo, eran más sencillos que las campagi, y no tenían correas.
Las sandalias y las medias llegaron a ser una vestidura específicamente
episcopal alrededor del siglo décimo. Aparentemente ya en el siglo doce,
o a más tardar en la segunda mitad del siglo trece, no fueron usadas
más por los diáconos principales de Roma. El privilegio de usar las
sandalias y las caligæ fue primero concedido a un abad (Fulrad de San
Denis) en 757 por Esteban III. Este es, sin embargo, un caso aislado, ya
que fue solamente después del último cuarto del siglo décimo, y
especialmente después del siglo doce que llegó a ser costumbre conceder
este privilegio a los abades.
DESARROLLO DE LA FORMA
Las caligæ no
parecen haber experimentado ningún desarrollo particular. En la Edad
Media reciente eran, como regla general, hechas de seda. La más temprana
imposición de las regulaciones para los colores litúrgicos respecto a
las caligæ parece haber sido en Roma, pero aún aquí, probablemente no
ocurrió hasta el siglo catorce. Las sandalias retuvieron sustancialmente
su forma original hasta el siglo décimo. Entonces las correas fueron
reemplazadas por tres o cinco lenguas que llegaban al tobillo,
extensiones del cuero superior sobre la punta del pie, y estas eran
ajustadas al tobillo mediante un cordón. En el siglo doce estas lenguas
fueron gradualmente acortadas; en el siglo trece, la sandalia era un
zapato regular con una abertura por encima del pie o a un lado para
hacer más fácil la postura. En el siglo diez y seis hubo un retorno a la
forma original de la sandalia; en lugar de un zapato alto ahora llegó a
ser una vez más un revestimiento del pie, como una zapatilla, una forma
que ha retenido hasta la actualidad. El material del cual se hacen las
sandalias pontificales fue, hasta el siglo trece, exclusivamente cuero,
en ocasiones cubierto con seda. Desde la Edad Media reciente, la parte
superior de las sandalias ha sido hecha, no de cuero, sino de seda,
terciopelo, etc. No es sino hasta alrededor de 1400, con la excepción de
ejemplos previos enteramente aislados, que se va a encontrar una cruz
sobre las sandalias. La decoración en forma de horquilla, frecuentemente
encontrada en zapatos pontificales, especialmente en aquellos del siglo
trece, no era una cruz sino simplemente un adorno.
BRAUN, Die
pontif. Gewaender des Abendlandes (Freiburg, 1898); IDEM, Die liturg.
Gewandung im Occident u. Orient (Freiburg, 1907); BOCK, Gesch. der
liturg. Gewaender, II (Bonn, 1866); DE LINAS, Anciens vetements
sacerdotaux (Paris, 1860-63); ROHAULT DE FLEURY, La messe, VIII (Paris,
1889).
JOSEPH BRAUN ?Transcribed by John Fobian ?In memory of John Henry Johnson ?Traducido por Daniel Reyes V.
http://ec.aciprensa.com/s/sandaliasepis.htm – Dic. 2012
+++
El Papa habla de la dictadura del relativismo.
Y el relativismo radical es una cosa muy peligrosa. Algunos piensan que
es la condición de la tolerancia, pero es realmente lo contrario. La
tolerancia se basa en el respeto al hombre, a la persona. Si esto
desaparece, si no existe algo así como la naturaleza del hombre,
entonces con el hombre -y la naturaleza- se puede hacer todo. Sólo si la
tolerancia se fundamenta en una profunda convicción, es estable. Por lo
demás, una cosa son los juicios, y otra, las decisiones de la
conciencia. La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son
buenas y justas. Si hay una confrontación entre dos conciencias y dicen
cosas diferentes, se deben tolerar mutuamente, pero no es posible que
las dos sean correctas. MMXII
+++
1799 - Pío VI
+++
Actualizado 28 febrero 2013
De los famosos zapatos rojos del Papa
Trasciende ahora que una de las consecuencias que traerá la renuncia del buen papa que ha sido Benedicto XVI,
el papa de la dulce sonrisa y la mirada amable, es precisamente la de
que a partir del día en que se haga efectiva la renuncia… ¡¡¡dejará de
llevar sus famosos zapatos rojos que, según algunos, eran un diseño para
BXVI del célebre modista Prada!!! ¿Se dan Vds. cuenta? ¡Ya no volveremos a ver a Benedicto XVI con
sus zapatitos rojos! Todo lo cual quiere decir que, después de todo,
los famosos zapatos eran algo más que un capricho de Papa, y respondían a
una tradición que superaba las veleidades de una supuesta vati-moda
impuesta por Benedicto XVI.
Zapatería que le hace los zapatos al Papa. Cortesía del comentarista de esta columna Cristiano Rogando.
Así las
cosas, la pregunta que me formulo hoy es: ¿de dónde procede, pues, dicha
tradición de portar el Santo Padre zapatos de color rojo?
Stefano Sanchirico,
maestro de ceremonias pontificio, en certero artículo publicado en
L’Osservatore Romano sobre la indumentaria papal, recoge el testimonio
del antiguo canonista Guglielmo Durando (1237-1296) quien explica algo que, por otro lado, tampoco era tan difícil de imaginar, a saber, que “el rojo [de la vestimenta pontificia] simboliza la sangre de Cristo [ya que] el Papa representa de hecho la persona de Cristo”.
En el mismo artículo, recoge también Stefano Sanchirico el testimonio de Monseñor Landucci, sacristán pontificio del s. XVII, quién en la nómina de aparejos del Sumo Pontífice, cita ya entonces “dos pares de zapatos rojos”,
-donde llama la atención la escasez del inventario, apenas dos-, si
bien hechos de unos materiales que uno no imaginaría hoy día en los pies
de nadie, por muy papales que fueran: “uno de paño de lana y el otro de terciopelo”,
probablemente para cotidiano y para gala, o lo que se me antoja más
probable, para invierno (lana) y para verano (seda del terciopelo).
Pablo III
Pío VII
Gregorio XVI
Pío IX
Encontrar retratos papales antiguos donde los pontífices exhiban los
zapatos no es fácil, pues generalmente, éstos quedan debajo de la túnica
o “alba”. Pero existen por lo menos cuatro, los de Pablo III (1534-1549), retratado por Tiziano en 1546, Pío VII (1800-1823), Gregorio XVI (1831-1846), y Pío IX (1846-1878), en todos los cuales, como pueden Vds. comprobar fácilmente, el papa en cuestión calza zapatos rojos.
Juan XXIII
Juan Pablo I
Lo cierto es que la costumbre de portarlos había decaído entre los últimos papas, Pablo VI, Juan Pablo II,
razón por la cual, volver a ver los pies papales calzados en rojo llamó
la atención de la prensa mundial, convirtiendo en noticia lo que en
realidad no era noticia, sino historia. Y en cualquier caso, nunca
decayó tanto como para que no fueran enterrados siempre los papas con
calzado encarnado, algo que, como puede comprobar también Vd. en las
fotografías que traemos a colación, no ha dejado de ser así ni aún en
los tiempos más modernos ni con los papas más recientemente fallecidos.
Juan Pablo II
©L.A.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27902&mes=&ano=
+++
P: Aparte
el Papa, ¿es que otra autoridad religiosa reconocida a nivel o rango
internacional, utiliza públicamente calzado en rojo?
M. I. Jsrokoiteda - Varsovia - PL. Noviembre MMXII
R: Sí, he aquí otro ejemplo - Budismo: Su Santidad Dalai Lama.
Nota: pregunta similar nos ha
enviado Carla Molinos del Monte - Bolivia - Julio MMXII y otra D. Rui
Gomez - Canadá - Octubre MMXII
Fotografía
obtenida con motivo de la visita de Su Santidad al Dalai Lama en
Alemania, en mayo del 2008, publicada en el Saarbrücker Zeitung del 19
de mayo del 2008, página A2
+++
Evangelio según San Juan 2,1-11.
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús también fue invitado con sus discípulos.
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
amando la vida humana desde su concepción protegemos la obra del Creador
gracias por venir a visitarnos
Homilía 23; PL 57, 274
El vino nuevo de la verdadera alegría
El Señor, está escrito, fue a la boda donde había sido
invitado. El Hijo de Dios pues fue a esta boda para santificar con su
presencia el matrimonio que ya había sido instituido. Fue a una boda de
la antigua ley para escogerse en el pueblo pagano una esposa que
permanecería siempre virgen. Él que no nació de un matrimonio humano fue
a la boda. Fue allá no para participar en un banquete festivo, sino
para revelarse por un prodigio verdaderamente admirable. Fue allá no
para beber vino, sino para darlo. Porque, tan pronto como los invitados
se quedaron con vino, la bienaventurada María le dijo: "no tienen vino".
Jesús, aparentemente contrariado, le respondió: " ¿mujer, qué nos va a ti y a mi?"... Respondiendo: " mi hora todavía no ha llegado ", anunciaba ciertamente la hora gloriosa de su Pasión, o bien el vino difundido para la salvación y la vida de todos. Marie pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba una alegría eterna.
Sin embargo el Señor en su bondad, no vaciló en conceder estas pequeñas cosas hasta que vengan las grandes. La bienaventurada María, porque verdaderamente era la madre del Señor, veía por el pensamiento lo que iba a llegar y conocía por anticipado la voluntad del Señor.
Por eso se encargó de advertir a los servidores con estas palabras: " haced lo que él os diga". Su santa madre sabía ciertamente que la palabra de reproche de su hijo y Señor no escondía el resentimiento de un hombre enfurecido sino contenía un misterio de compasión... Y de repente el agua comenzó a recibir la fuerza, a cambiar el color, a difundir un buen olor, a adquirir gusto, y al mismo tiempo a cambiar totalmente de naturaleza. Y esta transformación del agua en otra sustancia manifestó la presencia del Creador, porque nadie, excepto el que creó el agua de nada, puede transformarla en otra cosa.+
Jesús, aparentemente contrariado, le respondió: " ¿mujer, qué nos va a ti y a mi?"... Respondiendo: " mi hora todavía no ha llegado ", anunciaba ciertamente la hora gloriosa de su Pasión, o bien el vino difundido para la salvación y la vida de todos. Marie pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba una alegría eterna.
Sin embargo el Señor en su bondad, no vaciló en conceder estas pequeñas cosas hasta que vengan las grandes. La bienaventurada María, porque verdaderamente era la madre del Señor, veía por el pensamiento lo que iba a llegar y conocía por anticipado la voluntad del Señor.
Por eso se encargó de advertir a los servidores con estas palabras: " haced lo que él os diga". Su santa madre sabía ciertamente que la palabra de reproche de su hijo y Señor no escondía el resentimiento de un hombre enfurecido sino contenía un misterio de compasión... Y de repente el agua comenzó a recibir la fuerza, a cambiar el color, a difundir un buen olor, a adquirir gusto, y al mismo tiempo a cambiar totalmente de naturaleza. Y esta transformación del agua en otra sustancia manifestó la presencia del Creador, porque nadie, excepto el que creó el agua de nada, puede transformarla en otra cosa.+
Fuente:
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6567
http://www.bekiamoda.com/tendencias/benedicto-xvi-georg-ganswein-lujo-vaticano-madrid/
http://www.elcorreogallego.es/xacobeo/ecg/papa-no-viste-prada-cristo/idEdicion-2010-11-06/idNoticia-607886/
http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2010/08/31/religion-iglesia-vaticano-benedicto-zapatos-rojo.shtml
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