viernes, 9 de mayo de 2014

Del Papa historia - zapatos rojos del Papa

El Sumo Pontifice se sirve de zapatos rojos oscuros, único signo histórico aún otorgado por los Emperadores romanos. Tal calzado rojo fue utilizado un sin numero de veces –desde la antiguedad- incluido el Beato Juan Pablo II y hoy, por Benedicto PP XVI que, generalmente prefiere siempre el mismo color base con un tono de mayor viveza -dicha del fuego o de la llama-, como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos.

la alteración del color debido a los años... perteneció a Pío VII nacido como Barnaba Niccolò Maria Luigi Chiaramonti (*Cesena14 de agosto de 1742 - †Roma,20 de agosto de 1823), fue un monjeteólogo y obispo, que llegó a ser papa nº 251, desde el 14 de marzo de 1800 hasta su muerte en 1823.

Zapatos del Papa Leo XII, se pueden ver en el Museo della Calzatura "Cav. Vincenzo Andolfi" in I-63019 Sant´Elpidio a Mare

Los Papas suelen utilizar zapatos rojos oscuros, único signo histórico aún otorgado por los Emperadores romanos

La autoridad legal del Emperador derivaba de una extraordinaria concentración de poderes individuales y cargos preexistentes en la República, más que de un nuevo cargo político. Los emperadores continuaban siendo elegidos regularmente como cónsules y como censores, manteniendo la tradición republicana. El emperador ostentaba en realidad los cargos no imperiales de Princeps Senatus (líder del Senado) y Pontifex Maximus (máxima autoridad religiosa del Imperio). El último emperador en ostentar dicho cargo fue Graciano, que en 382 lo cedió a Siricio, convirtiéndose desde entonces el título en un honor añadido al cargo de obispo de Roma.
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Roma imperial – etapa monárquica
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Las insignias y honores de los reyes de Roma consistían en 12 lictores portando las fasces que contenían hachas, el derecho a sentarse sobre la silla curul, la púrpura Toga Picta, calzado rojo, y diadema plateada sobre la cabeza. De todos estos distintivos, el más destacado era la toga púrpura.
En este período Roma fue gobernada por una serie de magistrados elegidos por el senado.

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Indumentaria papal para la equitación en el siglo XVIII.

Esta ilustración nos muestra cómo iban los Papas vestidos en el siglo XVIII, cuando montaban a caballo. Obsérvese que ya entonces los Papas llevaban zapatos rojos. Hasta la segunda mitad del siglo XX, los varones y la mujeres cuando iban al campo se vestían de forma más sencilla, pero muy formal. No existía el concepto de chandal. Cuando hacían picnic en una pradera, muchos hombres aparecen vestidos con corbata en las fotos. Les vemos así, incluso en fotos en que están sentados en un vagón de montaña rusa.  En los cuadros vemos que cuando los reyes, como Carlos III, salían de caza, el atuendo era una casaca, zapatos y tricornio.  

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Calzado - Sandalias y cáligas, en sus funciones los obispos llevaban unas sandalias llamadas mulae, compagi o scindalia y unas medias denominadas chaligae. Estas sandalias podían hacerse con ricos tejidos y bordarse con oro e incrustaciones de pedrería. Al llevarlas el obispo se convierte en mensajero de Dios que pre- dica el Evangelio, recogiendo las palabras: ¡Qué hermosos son los pies de los que evangelizan la paz! (Aragón, A., op. cit., p. 63 y Gomá y Tomás, I, op. cit., p. 481).

El rojo es el color de la sangre, del fuego, emblema del martirio y del amor. Por eso se usaba en la liturgia de los mártires que murieron por amor a Dios, en la del Espíritu Santo, inspirador del Amor del que deriva la caridad cris- tiana y en la Pasión de Cristo, donde coinciden sangre, dolor y amor. Rojo -en la Iglesia Católica- es el color siempre empleado y aprovechado en las festividades o conmemoraciones de los santos mártires. MMXIII.

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Calzado litúrgico, supuestamente del siglo XV 

Zapatos en rojo del Papa Pio XII

Del calzado litúrgico se hace mención en documentos de finales del siglo VI pero ya en el V existen representaciones del mismo en algunos mosaicos. Se compone de dos partes:

una exterior, llamada sandalias y campagus
otra interior, llamada cáligas, calces y udo que vulgarmente se llaman medias.
Hacia el siglo VIII estuvieron en uso también para los clérigos inferiores pero desde el siglo XI quedaron como ornamentos privados del Papa, de los obispos y de algunos dignatarios a los que se concede por privilegio. Las sandalias tuvieron hasta dicho siglo XI un forma parecida a nuestras alpargatas abiertas y se ataban con finas correas. Desde entonces, fueron cerrándose y elevándose más y más sobre el pie quedando del todo cerradas y altas en los siglos XIII y XIV. Después se han usado bajas y algo abiertas. Su material de fabricación ha sido casi siempre el cuero para la suela (a veces, de tabla recubierta de cuero) y hasta el siglo XII también para las demás partes del calzado. Pero en este siglo se forraba de seda con bordados la parte superior y desde el XIII se quedó la seda sola con algún bordado sencillo. En cuanto a las cáligas, nombre que tomaron definitivamente desde el siglo XI consta por los monumentos que fueron blancas y se hacían generalmente de lienzo hasta dicho siglo. Y desde el siglo XIII, se usan de seda de color, ya de punto, ya de piezas de estofa convenientemente cortadas y cosidas. Se conservan en varios museos y tesoros de iglesias curiosos ejemplares de dichos ornamentos que se remontan al siglo XIII y algunos hasta el XI.
En su forma definitiva, tanto sandalias como cáligas se adaptan al color litúrgico del pontifical que se celebra. Aunque abolidas en la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, siguen en uso para aquellas celebraciones acogidas al ritual tradicional.
http://es.wikipedia.org/wiki/Calzado_litúrgico
CDV I. MMXIII

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mocasines rojos del Papa Benedicto PP. XVI con suelas pintadas de rojo

El Sumo Pontífice lleva los zapatos color púrpura –entre el rojo y el violeta-morado-claro. El color de tal calzado es realmente antiquísimo y es el único resto de un privilegio concedido a los Pontífices, de los Emperadores romanos.

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 S.S. Benedicto PP XVI prefiere los zapatos de un rojo intenso, siempre del rojo, pero sin ese tono intermedio entre el rojo y el violeta morado claro procedente de la antigüedad… aquellos tiempos remotos del Imperio romano.

Prefiere sean confeccionados de color más vivo «como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos»

Benedicto XVI ha recibido un par de zapatos rojos nuevos de manos de Adriano Stefanelli, el artesano que le confecciona el calzado desde que fue elegido Papa, quien ha revelado que el Pontífice alemán los prefiere de un color rojo más vivo que Juan Pablo II «como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos».
Stefanelli fue recibido el pasado miércoles por el Pontífice en una audiencia privada, durante la que tuvo la oportunidad de entregarle personalmente el último par de zapatos realizados a medida.
Se trata de un valioso y cómodo calzado de piel de ternero o cabrito que Stefanelli elabora a mano en su taller de Novara (norte de Italia). Benedicto XVI suele utilizar este tipo de zapatos en los actos públicos y los ha llevado puestos durante todos los viajes apostólicos que ha realizado por Europa, América, Africa y Australia.
«Ha sido para mí muy emocionante que Benedicto XVI pudiera concederme una audiencia privada», ha explicado el artesano. Se trata de la primera vez que el Pontífice le recibe en privado, ya que en el pasado sólo le había dirigido unas palabras al final de la audiencia general de los miércoles.
Sin embargo, esta vez, el artesano pudo comprobar con satisfacción que los zapatos viejos del Pontífice estaban usados, «lo que significa que son cómodos y que se los pone», asegura. Stefanelli, que ya había confeccionado algunos zapatos para el Papa Juan Pablo II, fue contactado por el Vaticano en 2005 para que también se encargara del calzado a Benedicto XVI.
Desde entonces, el Pontífice alemán ya ha recibido cinco pares, contando con el de la semana pasada, aunque, dada la singularidad de su cliente, Stefanelli nunca ha querido cobrar nada por ello.


Clientes famosos
«Se trata de un regalo», puntualiza, negándose a revelar cuál sería el valor que tendrían los zapatos rojos del Papa en el mercado especializado. Además de Juan Pablo II y Benedicto XVI, también han recibido zapatos suyos Barack Obama o George W. Bush, entre otras personalidades.
Stefanelli confecciona todos sus modelos por encargo. Algunos de sus clientes han sido el presidente de Ferrari, Luca cordero di Montezemolo, o el presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández. En cuanto al precio medio que suele costar esta selecta mercancía es de unos 600 euros el par.
Según el artesano, el secreto de sus modelos está en «la calidad del material» y «el amor» con que han sido confeccionados, «siempre a mano y siguiendo una minuciosa pauta de trabajo». «Otra de sus características está en su simplicidad y limpieza, ya que no hay que olvidar que la belleza está en las cosas simples más que en la complicación», asegura el zapatero.
Stefanelli también recuerda con orgullo que con sus zapatos rojos, el Papa se ganó hace tres años «el título de hombre mejor vestido del mundo desde el punto de vista de los accesorios, según la revista estadounidense ´Esquire´». Una última curiosidad que Stefanelli revela en entrevista a la agencia Europa Press está en el color de los zapatos : «Mientras los de Juan Pablo II eran más granates, Benedicto XVI los prefiere de un rojo más vivo, como símbolo de la sangre de Jesucristo y de todos los mártires cristianos».

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variantes del modelo

No son Prada ni nunca lo fueron, y Prada nunca lo confirmó, obviamente 

El Vaticano tuvo que tomarse el tiempo de aclarar que los zapatos rojos que lleva Benedicto XVI no son de la marca italiana Prada, como se ha hecho creer. Según una nota de prensa publicada en el periódico de la Santa Sede L Osservatore Romano, los mocasines rojos pontificios son hechos por un artesano de Novara (norte de Italia) que se llama Adriano Stefanelli, quien confecciona el calzado de Benedicto XVI desde que fue elegido Papa.

"La banalidad contemporánea ni siquiera se dio cuenta de que el color rojo (de los mocasines) encierra un nítido significado de martirio, así como no entendió que estas voces eran incongruentes con el hombre simple y sobrio que, en el día de su elección al papado, mostró a los fieles atestados en la plaza de San Pedro y a todo el mundo las mangas de una modesta camiseta negra", escribió el diario cuando surgió la polémica.

L Osservatore Romano agregó que "en la atención en la liturgia debemos enmarcar la importancia -visible por cualquier persona no atontada por la frivolidad- que Benedicto XVI atribuye a los paramentos y, en modo particular, a los ornamentos litúrgicos", subrayó el periódico.

Porque el Papa, en suma, "no viste Prada, sino Cristo". 25. III. MMXII

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¿ DE QUIEN SON LOS ZAPATOS ROJOS DEL PAPA ?


http://www.dieter-philippi.de/es/finezas-eclesiasticas/el-calzado-del-papa-y-del-clero

El Santo Padre llevaba zapatos rojos oscuros, único signo histórico aún otorgado por los Emperadores romanos


El calzado del Papa – los zapatos rojos del Papa e historia

Sus zapatos rojos son obra de un sastre de Novara

Adriano Stefanelli

«El Papa viste de Prada» y otras mentiras interesadas sobre el vestuario de Benedicto XVI

Joseph Ratzinger, antes y después de ser Papa, lleva su calzado a reparar a un zapatero peruano próximo al Vaticano.

Actualizado 19 enero 2013
Sara Martín / ReL

La gran mentira contra Benedicto XVI comenzó pocos meses después del inicio de su pontificado, de la mano del diario británico The Independent, cuya senda siguió en Italia el periódico La Repubblica: se aseguraba categóricamente que el Papa lleva «gafas de sol de diseño moderno y juvenil, con cristales amplios y envolventes, particularmente durante las audiencias soleadas, [...] y un par de mocasines rojos diseñados por Prada, una de las firmas de moda más exclusivas». Aunque, eso sí, después reconocen: «La casa de diseño no lo ha confirmado».


Así, gracias a una mentira que se repite mil veces y parece convertirse en verdad, centenares de personas alimentadas en la atmósfera más anticlerical fueron «creando» la leyenda a través de los años: el Papa viste de Prada, es decir, vive en el lujo, es servido y venerado en el mundo, mientras que la gente se muere de hambre en África. En 2008, el Osservatore Romano trató de negarlo, obteniendo escasos resultados por desgracia. El mismo parco resultado tuvo el nuevo intento de la Agencia Ansa dos años después.

La persona que está detrás de los zapatos
Recientemente se ha retornado al tema gracias a
una página de Facebook dedicada al Pontífice. ¿Y cuál es la verdad que se esconde detrás de todas las mentiras? Es Adriano Stefanelli, de profesión sastre en la ciudad de Novara, quien confecciona los zapatos rojos del Papa. El color rojo, indica el sastre, es signo de la sangre del martirio, y son parte de la vestimenta del Papa desde la Edad Media. Las regala porque, explica él mismo: «A veces la pasión paga más que el dinero».


Sus relaciones con el Vaticano, comenzaron en 2003 cuando Stefanelli, viendo en la televisión el Via Crucis, vio a Juan Pablo II inestable y con sufrimiento, y decidió confeccionarle un par de zapatos más cómodos. Y posiblemente sí que lo sean, porque desde entonces ha continuado confeccionándolos también para Benedicto XVI.

¿Y qué pasa si los zapatos se estropean? ¿Se tiran y se hacen otros nuevos? Por supuesto que no. Se envían a Antonio Arellano, un peruano que tiene su taller de reparación a pocos pasos del Vaticano. Por supuesto, por un precio.

Antonio ORELLANO

«Ratzinger venía personalmente cuando aún no había sido elegido Papa. Después, obviamente los zapatos los traen sus colaboradores. Son zapatos negros o rojos, a menudo con rasguños o consumidos por la punta», explica Arellano. «Aún así», —precisa el artesano sonriendo—, «al Papa se le trata como a todos los clientes. No acepta ningún favoritismo y paga como los demás». Está «orgulloso» de encargarse de los zapatos de un cliente tan ilustre, que siempre le hace llegar una carta con su agradecimiento por la óptima reparación: «Pero son cosas privadas y siempre lo serán», asegura para terminar con la curiosidad. «También las monjitas de Wotjyla me traían los zapatos del Papa polaco para repararlos», reconoce.

¿Y ese anillo de oro?
Otro de los temas más habituales en cuanto al vestuario del Papa se refiere es el del anillo de oro que lleva. Un anillo, dicen los anticlericales, que vale miles de millones de euros y que, si se vendiera, «se alimentaría a toda África». ¿Quién no ha escuchado esta frase alguna vez? Y sin embargo, es oro puro, tiene el tamaño y, por lo tanto, el valor comercial de las alianzas de boda y se utiliza para sellar todos los documentos oficiales expedidos por el Papa. Por no mencionar que, cuando muere el Papa, se rompe con un pequeño martillo de plata, se funde y se reutiliza para el próximo Papa. Así que, técnicamente, ha sido siempre el mismo anillo durante siglos.

La Iglesia no se querella
Las conclusiones obvias de toda la maquinaria de anti propaganda articulada contra la Iglesia utilizando la excusa de los zapatos son del propio artículo del grupo de Facebook: «Disparar contra la Iglesia es tan fácil como hacerlo contra la Cruz Roja. La Iglesia, cuando responde, lo hace simplemente con palabras. No va más allá, no trasciende, no se querella, no denuncia. Por tanto, no sólo no se arriesga nada atacando a la Iglesia, sino que además te conviertes en parte de los emancipados, de los librepensadores», asegura el autor del artículo, Giacomo Diana. «La gran mayoría de los católicos están mal informados, apáticos en su fe, casi más dispuestos a creer al primer anticlerical que pasa por la calle que a su Pontífice. Y de entre los católicos que conocen la verdad, la mayoría de las veces callan, o hablan con un hilillo de voz para no parecer intolerantes, para no contradecir el pensamiento dominante».

«Este engaño de los zapatos de Prada»—concluye el excelente artículo—, es una de las muchas demostraciones de cómo la mentalidad actual es dirigida por lugares comunes, tópicos falsos y dañinos, y cómo aquellos que se creen informados e independientes, de hecho, están impulsados por las mentiras del anticlericalismo o son esclavos de su misma ideología».


Benedicto XVI ha pasado toda su existencia en las bibliotecas, entre libros, escribiendo y leyendo. Es juzgado por un sinfín de intelectuales como una de las mentes más cultas y brillantes del mundo moderno, no sólo de la historia de la Iglesia. Sólo hay que pensar en la atea y anticlerical Oriana Fallaci que tanto le quería («ese hombre»,—decía—,«que me hace sentir menos sola con sus libros...») y que, al morir, quiso legarle toda su biblioteca personal. «Pensadlo», invita Giacomo Diana: «Una célebre escritora atea que deja en herencia al Papa lo que ella más quería en el mundo: los libros. ¿Qué quiere decir esto? Que es bastante triste y deprimente que a un Papa de tal estatura intelectual no se le pueda más que tocar las narices con los zapatos y, cotilleándole maliciosamente, inventar mentiras letales que se extienden como si fueran una verdad indiscutible, imponiendo la imagen grotesca de un fashionista entrado en años para un pontífice anciano enamorado de la cultura y de la fe católica, que se pasa el día entero en la oración, la lectura y la escritura, como lo demuestra la gran cantidad de libros que ha escrito».
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27119
20 enero 2013

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Los zapatos rojos del Papa

Por: Adolfo Miranda Sáenz

Entre tantas publicaciones para atacar a la Iglesia católica (algunas con informaciones verdaderas, otras con verdades a medias y otras con falsedades) se dijo que Benedicto XVI escogió lucir zapatos rojos de Prada, lentes de Gucci y otros atuendos exóticos. Afirmaciones falsas que, además, desconocen la historia y la simbología de la Iglesia.

Utilizar símbolos o signos es parte de la naturaleza humana y están presentes en todas las áreas de la vida, como los símbolos patrios, el color negro para indicar luto, la banda presidencial, las rosas rojas que expresan amor, el apretón de manos como saludo, o los colores de un equipo de futbol. Tendríamos un caos sin señales de tránsito y grandes problemas si la Policía, el Ejército y otras instituciones no usaran uniformes que los identificaran, ni insignias, ni distintivos de sus diferentes grados. El lenguaje oral y escrito usa símbolos.

Jesús se bautizó con un símbolo: agua. Usó símbolos en sus mensajes: sal, luz, lámpara… También en sus milagros: saliva, tierra… Se quedó entre nosotros utilizando signos: pan y vino. Los signos que usó no limitan a la Iglesia a éstos, sino ejemplifican la necesidad de usarlos. Jesús no ungió a los enfermos con aceite, pero lo hicieron los apóstoles.

La liturgia de la Iglesia usa signos para expresar realidades ocultas a nuestros sentidos, como la acción de Dios en los sacramentos. Los colores litúrgicos tienen un significado: el blanco, alegría; el morado, arrepentimiento y reflexión; el verde, esperanza; el rojo, la sangre de Cristo y de los mártires.

Antes fue roja la vestimenta de los Papas, hasta que en 1276 Inocencio V, que era dominico, quiso seguir vistiendo el hábito blanco de su orden. Desde entonces el Papa lleva sotana blanca (convertida en símbolo de paz). Pero quedó el uso de los zapatos rojos para recordar que el Papa transita por un mundo por el cual Cristo derramó su sangre y que el suelo que pisa es regado por la sangre de los mártires y por el sufrimiento de la humanidad. Benedicto XVI usa varios símbolos históricos de color rojo propios de los Papas, como el sombrero de ala ancha, la capa “mozzetta” que cubre la espalda y se cierra en el pecho, el gorro “caumaro” rojo con orla blanca que se hizo famoso por el retrato de Julio II pintado por Rafael y que fue muy utilizado por Juan XXIII.

Benedicto XVI ha decidido usarlos por simbolizar la sangre, indicando el acompañamiento de la Iglesia a los que sufren, a la defensa de los derechos humanos y particularmente a la defensa de la vida. Sus antecesores, como Juan Pablo II, también usaron la capa y en determinadas ocasiones los zapatos rojos, más visibles en Benedicto XVI por usar sotana y alba más cortas y calzarlos con mayor frecuencia.

Benedicto XVI es humilde. Sus anteojos no son Gucci ni sus zapatos rojos son Prada. Sigue usando los mismos anteojos, reloj y pluma que usaba como cardenal; su ropa la confecciona la sastrería familiar Gammarelli de Roma, que la obsequia a los Papas desde hace dos siglos, y los zapatos los hace un artesano de Novara (norte de Italia) llamado Adriano Stefanelli, quien también los obsequia. El Papa se preocupa por su atuendo, porque cada detalle es un símbolo y tiene una historia y un mensaje. Igual que cada detalle en la liturgia tiene su significado y razón de ser.
20 enero 2013 - CDV
http://www.laprensa.com.ni/2010/06/28/opinion/29434-zapatos-rojos-papa

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Interesante muestra del calzado eclesiástico cardenalicio como papal:

http://www.dieter-philippi.de/es/finezas-eclesiasticas/el-calzado-del-papa-y-del-clero

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Pío XI y Pío XII llevaban zapatos de cuero rojo o blanco con hebilla de oro para los paseos largos. Y Juan XXIII usó igualmente las zapatillas de terciopelo rojo hasta su muerte. Si alguien no era innovador en materia sartorial, ése era el Papa Bueno.
Y lo de caminante lo sería en su juventud, porque ya papa no gustaba más que de paseos cortos y lentos. Y con serios problemas en los pies, acerca de los que bromeaba diciendo que se iba a cambiar el apellido de Roncalli a Concalli.

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P: ¿Abandonó el Papa Juan Pablo II el uso de zapatos rojos?

Romy Gustavo B. Hegel - Estocolmo - Suecia - MMXII

R: No. 
calzado rojo del Papa JUAN PABLO II en Cuba - 

Zapatos del Papa Juan Pablo II, confeccionados por la firma Gianfranco Pittarel & C. sns, 2, via Masserano, I-10152 Turín (TO)

Zapatos de Juan Pablo II, confeccionados por el maestro zapatero Stanis?aw ?mija de Stanis?aw Dolny, un pequeño lugar cerca de Wadowice, el lugar de nacimiento del Papa, en color rojo

calzado de S.S. JUAN PABLO PP II, beato
(existen unos 5.000.000 de fotografías del pontificado de Juan Pablo II)

Zapatillas para el Papa Juan Pablo II de la firma Sergio Segalin, en tercioperlo rojo (modelo M012)

La Biblia, aparte de ser un texto sagrado esencial en la historia de la humanidad, tiene también una segunda lectura, más frívola si queremos verla así. Es aquella que hace referencia a la vida cotidiana de los judíos. De esta manera descubrimos que en la cultura hebrea el zapato tiene una gran fuerza simbólica. Cuando los judíos salieron de Egipto iban provistos, los más de ellos, de sandalias colgadas de sus hombros siempre que las circunstancias lo permitieran. En efecto, el zapato es un artículo de lujo y debe usarse como moderación para evitar su desgaste. De la misma manera que los egipcios, en cuyos templos los sacerdotes debían retirarse los zapatos; Moisés, unos 1300 años antes de Cristo, recibe el mandato divino de retirarse las sandalias en su presencia. La tradición exige que el acceso al templo de Jerusalén debe hacerse descalzo. Pero no solo en el templo, también en el hogar hebreo se ha de permanecer sin calzado, así como cuando se toma cualquier alimento. Es por eso por lo que probablemente Jesús, en su última cena, permaneció descalzo así como el resto de los doce Apóstoles. Los hebreos señalan también la propiedad de una cosa colocando sus sandalias sobre la misma. Y entregar un zapato es una manifestación de la mayor consideración hacia quien lo reciba, una muestra extrema de confianza. Siempre que se estuviera ante un personaje que mereciera respeto y alta consideración se debía de permanecer descalzo. Sin embargo, si una mujer retiraba o intentaba retirar el calzado a un hombre era una gran ofensa y lo marcaba de por vida, conociéndose desde entonces su hogar como la casa del descalzo (algo así como un calzonazos*). La noche de bodas venía precedida de un ceremonial que consistía en la entrega de un anillo por parte de la novia, mientras que el novio ofrecía una sandalia. Todo este ritual en torno al zapato se transmitió por contacto, cuando no participación, a las culturas árabes. Judíos y árabes no solo han convivido geográficamente en el mismo espacio físico sino también intelectual, hasta el punto de que solo su adscripción religiosa les diferencia. Eso es lo que entendemos. En Grecia era bastante frecuente caminar descalzo a diferencia de Roma, donde, como ya veremos, el uso del calzado marcaba clases sociales. Según Homero los griegos se servían del calzado desde los tiempos de Agamenón, pero es probable que solo lo utilizaran para la guerra. Como se se ve, en todos los tiempos la milicia ha sido precursora en el uso de accesorios que después se han popularizado. Los jóvenes espartanos tenían limitado su uso a las campañas bélicas y posteriormente se les permitió el uso también para la caza. Es probable que solo se tratara de una suela fijada al pie con sendas bandas de cuero, unas veces atadas al empeine, otras hasta la mitad de la pierna. En el interior de sus casas los griegos podían llevar una especie de botines llamados "coviopodes" . Las sandalias, entre los adultos, eran de uso generalizado en Esparta y recibían el nombre de "Lacónicas", por estar fabricadas en Laconia y eran en general de color rojo. Grecia presenta el primer zapato de autor de la historia: "el Alcibíades", un zapato que utilizaban los más sofisticados atenienses En Roma los esclavos carecían del derecho a ir calzados, de hecho, se les pintaban los pies de blanco para identificarles como tales y para significar además que se encontraban en venta. Ningún patricio ni ciudadano romano osaría caminar descalzo en la ciudad, aunque Tácito refiere que el austero Catón (Catón el Joven) y algún que otro eremita lo hacían de natural. El filosofo Platón, en Grecia, pensaba que los hombres debían caminar descalzos. Los romanos caminaban descalzos en el interior de sus casas, en público usaban el llamado "calceus", un zapato de color negro, a veces rojo e incluso escarlata y que cubría enteramente el pie. Se fijaba por delante, generalmente con un lazo o correa. "La solea" era una especie de sandalia cuya suela se recortaba sobre el molde de la planta del pie, con lo que probablemente no había ninguna que fuera igual; piezas únicas. Se sujeta con tiras de cuero, bien entre los dedos del pie o alrededor de la pierna. Virgilio, en la Eneida, hace alusión a este tipo de zapato. Permitía llevar buena parte del pie al descubierto, y aunque su uso fue frecuente, acabó por estar asociado a personas afectadas y amaneradas. Otro tipo de sandalias eran las llamadas "Crepida" (onomatopeya), así llamadas a causa del ruido que hacían muy parecido al de las actuales chanclas. Eran una variedad más popular de la solea y al alcance de las clases más modestas. "La gallica" era la bota de agua de los romanos, realizada de madera permitía deambular por terrenos húmedos y fangosos. De uso campestre, utilizar la gallica con la toga estaba prácticamente prohibido. Algo así como combinar calcetines blancos con un traje. El "pilecasium" era una suerte de polaina hasta media pierna, conocido también por zapato a la griega, fabricado con cuero blanco y al igual que en el antiguo Egipto, se consideraba como el zapato de los dioses. Los sacerdotes de la antigua Grecia y Roma lo llevaban en sus ceremonias religiosas. Ya dijimos que la tecnología militar ha ido a lo largo de la historia por delante de la civil. Los legionarios romanos usaban la "caliga" una especie de botín que dejaba el pie al descubierto en parte. Tenían la particularidad de que su suela estaba tachonada con el fin de facilitar la adherencia al terreno. Los soldados se referían a ella como "caliguti", de donde deriva el nombre del Emperador Caligula que bien puede decirse que debe su nombre a un zapato Pero el zapato no es solo un artículo de uso más o menos lujoso, las correas de una sandalia, por ejemplo, se convierten en un testimonio de alto contenido sentimental, como una reliquia cualquiera. Cuenta Suetonio que Lúculo, un patricio romano, pretendía congraciarse con el Emperador Claudio, y no encontró mejor forma que solicitar a Mesalina, la esposa de Claudio, que le hiciera el honor de permitir que la retirara los zapatos. Conociendo la fama de Mesalina no sabemos muy bien si Lúculo pretendía llegar al Emperador o se conformaba con los favores de Mesalina, como es más que probable. Fuera como fuese obtuvo el zapato de la Emperatriz como obsequio y lo llevaba a cualquier parte cual talismán o salvoconducto. Ovidio, ese cronista de la concupiscencia romana, aconsejaba a los amantes calzarse y descalzarse mutuamente en un ejercicio de extrema sensualidad. De la misma manera que los esclavos tenían prohibido el uso del calzado, las distintas variedades de este eran privativas de determinadas clases sociales. El Emperador por ejemplo, utilizaban el "campagus", parecidas a la Caliga. Llevaban estas piezas bordado el águila imperial y estaban adornadas con perlas preciosas. Al parecer Augusto, que era bajo de talla, exigía que estuvieran provistas de un tacón que disimulara en la medida de lo posible su escasa estatura.
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-COMO SE OBTENÍAN LOS COLORES
Cada color requería una técnica, para la obtención del color amarillo utilizaban tierra de ocre y óxidos de hierro; para obtener rojo, ocre, sulfuro de mercurio,; para la obtención del púrpura lo estarían de un molusco; para la obtención del negro, utilizaban marfil, huesos y madera calcinados, y hollín; para la obtención del color verde, utilizaban, vapores de vinagre sobre laminas de cobre; para obtener blanco, utilizaban carbonato de calcio y para la obtención del color azul que provenía de Alejandría, silicato del cobre y calcio,
La palabra candidato proviene de la palabra latina candidus (blanco), hace referencia a la ropa blanca que vestía el aspirante para demostrar la integridad, rectitud y lealtad de su conducta frente a la Ley vigente.

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Sandalias Episcopales

FORMA Y USO ACTUAL
A diferencia de las sandalias antiguas, que consistían simplemente de suelas sujetas al pie por correas, las sandalias episcopales son en forma de zapatos bajos y se asemejan a zapatillas. La suela es de cuero; la parte superior, generalmente adornada con bordadura, se hace en la actualidad de seda o terciopelo. No se requiere cruz sobre las sandalias; en Roma este es un privilegio exclusivamente papal. Con las sandalias se usan las medias litúrgicas, caligæ. Las medias, que son de seda, son tejidas, o bien se hacen cosiendo juntas, piezas de tela de seda que han sido cortadas en forma apropiada; se llevan sobre las medias ordinarias. El privilegio de usar las sandalias y las caligæ pertenece solamente a los obispos. Pueden ser usadas por abades y otros prelados solo por privilegio especial del papa y únicamente en cuanto el privilegio lo conceda. El calzado pontifical se usa solamente en la Misa pontifical solemne y en oficios realizados durante la misma, como ordenación, pero no en otras ocasiones, como, por ejemplo, Confirmación, Vísperas solemnes, etc. Es por lo tanto en el sentido más exacto de la palabra, una vestidura usada durante la Misa. El color litúrgico para el día determina el color de las sandalias y las caligæ; no hay, sin embargo, sandalias o medias negras, en cuanto el obispo no hace uso del calzado pontifical ni en misas de difuntos ni en Viernes Santo. Las Sandalias y las medias se acostumbran solamente en el Rito Latino y no se conocen en los Ritos Orientales.
HISTORIA
Las Sandalias y las medias pertenecen a las vestiduras litúrgicas sustentadas por la evidencia más antigua. Están pintadas sobre los monumentos del siglo quinto, por ejemplo sobre mosaicos de San Sátiro cerca de San Ambrosio en Milán, y en aquellos del siglo sexto, v.gr., los mosaicos en San Vitalio en Rávena. Originalmente las sandalias eran llamadas campagi, las medias udones. Los zapatos recibieron el nombre de sandalia probablemente durante el octavo a noveno siglo, y su nombre les fue aplicado primero en el norte; la denominación caligæ para los udones entró en uso en el siglo décimo, también en el norte. En cuanto a la forma y material originales de las campagi, eran zapatillas que cubrían solamente la punta del pie y el talón, y deben haber sido sujetadas al pie por correas. Esta zapatilla era hecha de cuero negro. Las medias eran, muy probablemente, hechas de lino, y eran de color blanco. En el período más antiguo las campagi y los udones no eran de manera alguna un ornamento episcopal exclusivamente, puesto que eran usadas por los diáconos. En verdad esta cobertura del pie no estaba reservada exclusivamente para el clero, así como no solamente los monumentos muestran que las campagi y los udones eran usados por el laicado, sino que también Lydus atestigua este uso (De mag., I, xvii). Las Campagi y los udones originalmente fueron usados en la era post-Constantino como una señal de distinción por ciertas personas de rango, y probablemente fueron copiados del calzado de los antiguos senadores. Su uso llegó gradualmente a ser costumbre entre el alto clero, especialmente cuando estos comparecían en su plena capacidad oficial para la celebración de la Liturgia. Durante los siglos octavo y noveno también los subdiáconos y acólitos romanos utilizaban un calzado distintivo, los subtalares, que, sin embargo, eran más sencillos que las campagi, y no tenían correas. Las sandalias y las medias llegaron a ser una vestidura específicamente episcopal alrededor del siglo décimo. Aparentemente ya en el siglo doce, o a más tardar en la segunda mitad del siglo trece, no fueron usadas más por los diáconos principales de Roma. El privilegio de usar las sandalias y las caligæ fue primero concedido a un abad (Fulrad de San Denis) en 757 por Esteban III. Este es, sin embargo, un caso aislado, ya que fue solamente después del último cuarto del siglo décimo, y especialmente después del siglo doce que llegó a ser costumbre conceder este privilegio a los abades.
DESARROLLO DE LA FORMA
Las caligæ no parecen haber experimentado ningún desarrollo particular. En la Edad Media reciente eran, como regla general, hechas de seda. La más temprana imposición de las regulaciones para los colores litúrgicos respecto a las caligæ parece haber sido en Roma, pero aún aquí, probablemente no ocurrió hasta el siglo catorce. Las sandalias retuvieron sustancialmente su forma original hasta el siglo décimo. Entonces las correas fueron reemplazadas por tres o cinco lenguas que llegaban al tobillo, extensiones del cuero superior sobre la punta del pie, y estas eran ajustadas al tobillo mediante un cordón. En el siglo doce estas lenguas fueron gradualmente acortadas; en el siglo trece, la sandalia era un zapato regular con una abertura por encima del pie o a un lado para hacer más fácil la postura. En el siglo diez y seis hubo un retorno a la forma original de la sandalia; en lugar de un zapato alto ahora llegó a ser una vez más un revestimiento del pie, como una zapatilla, una forma que ha retenido hasta la actualidad. El material del cual se hacen las sandalias pontificales fue, hasta el siglo trece, exclusivamente cuero, en ocasiones cubierto con seda. Desde la Edad Media reciente, la parte superior de las sandalias ha sido hecha, no de cuero, sino de seda, terciopelo, etc. No es sino hasta alrededor de 1400, con la excepción de ejemplos previos enteramente aislados, que se va a encontrar una cruz sobre las sandalias. La decoración en forma de horquilla, frecuentemente encontrada en zapatos pontificales, especialmente en aquellos del siglo trece, no era una cruz sino simplemente un adorno.
BRAUN, Die pontif. Gewaender des Abendlandes (Freiburg, 1898); IDEM, Die liturg. Gewandung im Occident u. Orient (Freiburg, 1907); BOCK, Gesch. der liturg. Gewaender, II (Bonn, 1866); DE LINAS, Anciens vetements sacerdotaux (Paris, 1860-63); ROHAULT DE FLEURY, La messe, VIII (Paris, 1889).
JOSEPH BRAUN ?Transcribed by John Fobian ?In memory of John Henry Johnson ?Traducido por Daniel Reyes V.
http://ec.aciprensa.com/s/sandaliasepis.htm – Dic. 2012

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El Papa habla de la dictadura del relativismo. Y el relativismo radical es una cosa muy peligrosa. Algunos piensan que es la condición de la tolerancia, pero es realmente lo contrario. La tolerancia se basa en el respeto al hombre, a la persona. Si esto desaparece, si no existe algo así como la naturaleza del hombre, entonces con el hombre -y la naturaleza- se puede hacer todo. Sólo si la tolerancia se fundamenta en una profunda convicción, es estable. Por lo demás, una cosa son los juicios, y otra, las decisiones de la conciencia. La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son buenas y justas. Si hay una confrontación entre dos conciencias y dicen cosas diferentes, se deben tolerar mutuamente, pero no es posible que las dos sean correctas. MMXII

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1799 - Pío VI

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Actualizado 28 febrero 2013

De los famosos zapatos rojos del Papa

 

           Trasciende ahora que una de las consecuencias que traerá la renuncia del buen papa que ha sido Benedicto XVI, el papa de la dulce sonrisa y la mirada amable, es precisamente la de que a partir del día en que se haga efectiva la renuncia… ¡¡¡dejará de llevar sus famosos zapatos rojos que, según algunos, eran un diseño para BXVI del célebre modista Prada!!! ¿Se dan Vds. cuenta? ¡Ya no volveremos a ver a Benedicto XVI con sus zapatitos rojos! Todo lo cual quiere decir que, después de todo, los famosos zapatos eran algo más que un capricho de Papa, y respondían a una tradición que superaba las veleidades de una supuesta vati-moda impuesta por Benedicto XVI.

 
Zapatería que le hace los zapatos al Papa. Cortesía del comentarista de esta columna Cristiano Rogando.

           Así las cosas, la pregunta que me formulo hoy es: ¿de dónde procede, pues, dicha tradición de portar el Santo Padre zapatos de color rojo?

            Stefano Sanchirico, maestro de ceremonias pontificio, en certero artículo publicado en L’Osservatore Romano sobre la indumentaria papal, recoge el testimonio del antiguo canonista Guglielmo Durando (1237-1296) quien explica algo que, por otro lado, tampoco era tan difícil de imaginar, a saber, que “el rojo [de la vestimenta pontificia] simboliza la sangre de Cristo [ya que] el Papa representa de hecho la persona de Cristo”.

            En el mismo artículo, recoge también Stefano Sanchirico el testimonio de Monseñor Landucci, sacristán pontificio del s. XVII, quién en la nómina de aparejos del Sumo Pontífice, cita ya entonces “dos pares de zapatos rojos”, -donde llama la atención la escasez del inventario, apenas dos-, si bien hechos de unos materiales que uno no imaginaría hoy día en los pies de nadie, por muy papales que fueran: “uno de paño de lana y el otro de terciopelo”, probablemente para cotidiano y para gala, o lo que se me antoja más probable, para invierno (lana) y para  verano (seda del terciopelo).

 
Pablo III        

 
Pío VII

 
Gregorio XVI

 
Pío IX  

            Encontrar retratos papales antiguos donde los pontífices exhiban los zapatos no es fácil, pues generalmente, éstos quedan debajo de la túnica o “alba”. Pero existen por lo menos cuatro, los de Pablo III (1534-1549), retratado por Tiziano en 1546, Pío VII (1800-1823), Gregorio XVI (1831-1846), y Pío IX (1846-1878), en todos los cuales, como pueden Vds. comprobar fácilmente, el papa en cuestión calza zapatos rojos.

 
Juan XXIII        

 
Juan Pablo I  

            Lo cierto es que la costumbre de portarlos había decaído entre los últimos papas, Pablo VI, Juan Pablo II, razón por la cual, volver a ver los pies papales calzados en rojo llamó la atención de la prensa mundial, convirtiendo en noticia lo que en realidad no era noticia, sino historia. Y en cualquier caso, nunca decayó tanto como para que no fueran enterrados siempre los papas con calzado encarnado, algo que, como puede comprobar también Vd. en las fotografías que traemos a colación, no ha dejado de ser así ni aún en los tiempos más modernos ni con los papas más recientemente fallecidos.

 
Juan Pablo II  
©L.A.
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27902&mes=&ano=

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P: Aparte el Papa, ¿es que otra autoridad religiosa reconocida a nivel o rango internacional, utiliza públicamente calzado en rojo?

M. I. Jsrokoiteda - Varsovia - PL. Noviembre MMXII

R: Sí, he aquí otro ejemplo - Budismo: Su Santidad Dalai Lama

Nota: pregunta similar nos ha enviado Carla Molinos del Monte - Bolivia - Julio MMXII y otra D. Rui Gomez - Canadá - Octubre MMXII
 
Fotografía obtenida con motivo de la visita de Su Santidad al Dalai Lama en Alemania, en mayo del 2008, publicada en el Saarbrücker Zeitung del 19 de mayo del 2008, página A2

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Evangelio según San Juan 2,1-11.

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 
Jesús también fue invitado con sus discípulos.
Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".
Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".
Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.
Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.
"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo
y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. 

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios. 
 
amando la vida humana desde su concepción protegemos la obra del Creador

gracias por venir a visitarnos

San Máximo de Turín (?-c 420), obispo
Homilía 23; PL 57, 274

El vino nuevo de la verdadera alegría
    El Señor, está escrito, fue a la boda donde había sido invitado. El Hijo de Dios pues fue a esta boda para santificar con su presencia el matrimonio que ya había sido instituido. Fue a una boda de la antigua ley para escogerse en el pueblo pagano una esposa que permanecería siempre virgen. Él que no nació de un matrimonio humano fue a la boda. Fue allá no para participar en un banquete festivo, sino para revelarse por un prodigio verdaderamente admirable. Fue allá no para beber vino, sino para darlo. Porque, tan pronto como los invitados se quedaron con vino, la bienaventurada María le dijo: "no tienen vino".

    Jesús, aparentemente contrariado, le respondió: " ¿mujer, qué nos va a ti y a mi?"... Respondiendo: " mi hora todavía no ha llegado ", anunciaba ciertamente la hora gloriosa de su Pasión, o bien el vino difundido para la salvación y la vida de todos. Marie pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba una alegría eterna.

    Sin embargo el Señor en su bondad, no vaciló en conceder estas pequeñas cosas hasta que vengan las grandes. La bienaventurada María, porque verdaderamente era la madre del Señor, veía por el pensamiento lo que iba a llegar y conocía por anticipado la voluntad del Señor.

    Por eso se encargó de advertir a los servidores con estas palabras: " haced lo que él os diga". Su santa madre sabía ciertamente que la palabra de reproche de su hijo y Señor no escondía el resentimiento de un hombre enfurecido sino contenía un misterio de compasión... Y de repente el agua comenzó a recibir la fuerza, a cambiar el color, a difundir un buen olor, a adquirir gusto, y al mismo tiempo a cambiar totalmente de naturaleza. Y esta transformación del agua en otra sustancia manifestó la presencia del Creador, porque nadie, excepto el que creó el agua de nada, puede transformarla en otra cosa.+

Fuente:
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6567
http://www.bekiamoda.com/tendencias/benedicto-xvi-georg-ganswein-lujo-vaticano-madrid/
http://www.elcorreogallego.es/xacobeo/ecg/papa-no-viste-prada-cristo/idEdicion-2010-11-06/idNoticia-607886/
http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2010/08/31/religion-iglesia-vaticano-benedicto-zapatos-rojo.shtml

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