En pleno desierto de Karakum (Turkmenistán), cerca de la pequeña
aldea de Darvaza, se encuentra un cráter de unos cincuenta metros de
diámetro y más de veinte de profundidad, bautizado por los lugareños
como “La Puerta del Infierno”. En el interior del pozo, un fuego
abrasador arde desde hace décadas, en un incendio que parece no tener
fin.
El pozo de Darvaza no es obra de la Naturaleza, sino que se trata del
inesperado resultado de una prospección minera soviética llevada a cabo
en la década de 1970. Un equipo de geólogos se encontraba perforando el
terreno en busca de yacimientos de gas natural, cuando de repente se
toparon con una caverna subterránea que provocó el desmoronamiento de la
excavación.
Nadie se atrevía a descender por el cráter para recuperar el valioso
equipo de perforación, debido a la elevada cantidad de gases tóxicos
provenientes de su interior; así que los geólogos decidieron prenderle
fuego a los gases que emanaban del pozo de Darvaza, con el fin de
incinerarlos hasta que se consumieran por completo.
La idea no resultó muy acertada, ya que los soviéticos subestimaron
de forma grosera las dimensiones de la caverna subterránea y su
inflamable contenido. Los gases del pozo, que tendrían que haberse
extinguido supuestamente en cuestión de semanas, siguen encendidos y
ardiendo sin cesar desde 1971; es decir, hace casi cuarenta años.
Incluso se ignora por completo durante cuántos años más continuarán
ardiendo las llamas de La Puerta del Infierno.
Pese a que el pozo de Darvaza se encuentra en una región de difícil
acceso y con un gran número de restricciones burocráticas para visitar
la zona, muchos curiosos se acercan regularmente hasta esta desolada
comarca de Turkmenistán para observar el fenómeno con interés y asombro.
De todas maneras, el intenso calor que emana del cráter sólo permite
aproximarse a sus bordes durante escasos minutos, hasta que la
temperatura se vuelve insoportable.
Por las noches, el espectáculo del ardiente pozo de Darvaza es
literalmente dantesco: el fuego reluce en toda su magnitud, dándole al
pozo un aspecto semejante al de un ardiente cráter volcánico, que sin
dudas hace honor al nombre de Puerta del Infierno.
El fotógrafo
John Bradley es el autor de las sorprendentes imágenes que ilustran este artículo, en tanto que los videos fueron grabados por
Philips Connor.
Ambos nos recuerdan, una vez más, que resulta muy peligroso jugar
deliberadamente con las fuerzas de la Naturaleza, sobre todo cuando no
se las conoce en profundidad.
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Fuente: http://blog.nuestroclima.com/?p=1347
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