Uno de los puntos más
impactantes del proceso de La Rubiera fue cuando el juez de la causa interrogó
a los sindicados y una zamba, que de ellos era, una zamba, digo, el fruto de la
unión de un indio y una negra, o al revés, de una india y un negro le
respondió, con la mayor naturalidad: “Es que nosotros, los blancos, somos los
racionales, pero los indios son irracionales” Ni una gota de sangre blanca tenía
pero actuaba como blanca: tenía cultura blanca.
Esto nos lleva a hacer
algunas consideraciones sobre la vida de los negros, que fue diferente a la de
los indios. Los indios se presumían herejes; los negros, y por esto estaban
sometidos al tribunal de la inquisición, se presumían cristianos. Con los
indios el problema inicial era si eran hombres o bestias; con los negros ese
problema no existió nunca: eran hombres; pero eran hombres, se decía, nacidos
para esclavos. Con los indios el problema se resolvió cuando el Papa Pablo III,
en 1537, dijo que tenían alma. Desde entonces su desigualdad con los blancos
cesó, al menos en teoría porque en la práctica, en las encomiendas, eran unos
esclavos. No así con los negros, a quienes suponían descendientes de Cam, el
hijo de Noé, maldito por éste y condenado a ser esclavo de sus hermanos, porque
se burló de aquél, al verlo borracho y desnudo. Por eso los negros tenían que
soportar para siempre la maldición de Noé.
En el siglo XV, lo
sabemos de sobra, los europeos estaban necesitados de las especias y su
búsqueda llevo a Colón a descubrir el Nuevo Mundo. Los portugueses, que eran
grandes navegantes, se le adelantaron un poco en la búsqueda de las especias y
ya en 1491, estaban en el Congo, en el África central rumbo a la India, pero
claramente sabedores de que estaban en África, el continente de los negros, el
de la gente nacida para ser esclavos, según entonces se pensaba, que
convirtieron en mercancía, en simple mercancía para venderlos como esclavos.
En el África se
enfrentaron dos realidades: por un lado el paganismo africano, caracterizado
por la ausencia de una religión con fundador, libro sagrado, sacerdotes, dogmas,
etc. Y por el otro, el cristianismo, con Jesucristo como cabeza, con libro sagrado,
evangelios, dogmas, sacerdotes y ritos. Los negros, ciertamente, no tenían una
religión estructurada, como lo son el Cristianismo, el Islamismo, el Judaísmo,
el Budismo y demás, pero si tenían creencias: todos los pueblos, desde la más
remota antigüedad, las han tenido; todos los pueblos han creído en algo o en
alguien. Ellos creían en Zambiampunzu, en los espíritus y en los antepasados,
que son identificables con Dios, los Ángeles y los Santos: tenían aquellos la
cruz, estos los amuletos. El rosario era un rito, de modo que les fue fácil
aceptar la religión de los portugueses, la Cristiana, tanto más cuanto que como
los portugueses eran, ante todo, marinos, navegantes, no catequistas, llegaron
al extremo de cristianizar a los negros en forma por demás ridícula: un día
antes de la salida para América, sin catequesis previa, los agrupaban en una
iglesia o fuera de ella, les atribuían nombres que, para que no los olvidaran,
se los daban escritos en trozos de papel, luego les tiraban sal en la boca, a
uno por uno, y para terminar les echaban agua en la cara y les decían que
viajarían a tierra de españoles, donde vivirían como cristianos.
A consecuencia de esta
“evangelización” pensadores y religiosos españoles, tuvieron sus dudas y don
Pedro de Castro y Quiñones, obispo de Sevilla, planteó el interrogante sobre
muchos esclavos negros, que llegaban a Sevilla, provenientes de África y con
destino a América, ya bautizados, si lo estaban en realidad ya que uno es el
trato para con los paganos y otro para con los cristianos.
Así, los negros, una
vez llegados a Cartagena de Indias, el primer puerto negro del Nuevo Mundo, se
encontraban frente a una nueva situación, ante una nueva experiencia, la de su
evangelización. Ese proceso en que una persona deja una religión que ha
practicado, para hacerse practicante de otra en lo cual le van implícitos, el
trato, la libertad y la misma vida. Sometidos a examen, la mayoría resultaban
paganos, herejes, blasfemos… y entonces conforme al Breve del Papa Nicolás V y
“Divino amore communiti” que
autorizaba a los portugueses a reducir a esclavitud a “los sarracenos, paganos,
infieles y enemigos de Cristo”, se decidía su suerte, pero otra era si se aplicaban
las letras del Papa Pío VII al obispo de Rubicón de las Canarias, del 7 de octubre
de 1462, es decir de treinta años antes del descubrimiento de América, según
las cuales se condenaba el tráfico negrero como crimen y fulminaba censuras
eclesiásticas contra los cristianos que se atrevían a esclavizar a los neófitos
negros.
Incorporados a la
sociedad, algunos no aceptaron el choque entre sus creencias y la religión de
los blancos. Lo que no encontraban en la religión cristiana, lo encontraba en
sus antiguos ritos africanos: la magia, el culto de los metros, las creencias
en espíritus y los ritos que implicaban, han permanecido vivos. Los otros, lo
que si se incorporaron el cristianismo encontraron algunos tropiezos: en primer
lugar, la maldición de Cam, que permitía tener a los negros siempre en estado
de esclavitud. En cuanto a los sacramentos, el bautismo, la penitencia y la
extremaunción, les fueron administrados, también el matrimonio entre los de su
mismo color, porque con blancos tendía a considerarse adulterio ya que los
mulatos se consideraban hijos ilegítimos. En cuanto al sacerdocio, podemos
decir que las órdenes sagradas estuvieron vedadas a los negros, mulatos y
descendientes inmediatos de estos en un principio pues el negro bautizado y con
instrucción se la llamaba ladino y perdía precio porque no podía tomársela como
esclavo.
Poco a poco la
restricción en cuanto a la administración de las órdenes sagradas ha disminuido
pero aún son pocos los sacerdotes negros y muchos menos los obispos.
Digamos finalmente que
llegados los negros a Cartagena de Indias y vendidos como esclavos, se les
convertía en mercancía, venía su dispersión por regiones extensas y apartadas
de las regiones urbanas, perdiendo contacto con los agentes pastorales donde
sus dueños tenían interés en que no cambiaran, en que no adquirieran nuevos conocimientos
pues los despreciaban profundamente: algunos negros, como medio de resistencia
huyeron para vivir libremente su cultura africana en palenques, fueron los
cimarrones, símbolo de libertad y resistencia, que sirvieron para la
reproducción en América de los valores y de los elementos más típicamente
africanos, que no tenían cabida en la sociedad colonial.
Agreguemos al margen
que, producida la emancipación de los esclavos en Colombia algunos de los
antiguos patrones trasladaban a las negras próximas a dar a luz al Perú para
que sus hijos no nacieran libres sino esclavos.
Fuente: http://jaimerafaelpedraza.blogspot.com/2012/07/capitulo-46-y-de-los-negros-que.html
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